Tuvieron que pasar poco más de cinco años para que Alfonso Cuarón escribiera y dirigiera una nueva película; con Roma, presenta un filme basado en recuerdos de su infancia.
El cine utiliza diversos conceptos para establecer un vínculo de comunicación con la audiencia. En el caso de México, se ha caracterizado por mostrar costumbres locales, formas de hablar, pensar y actuar como un sentido de pertenencia de la realidad social. Algo que sucede con Roma, la nueva película del cineasta Alfonso Cuarón.
Si bien la persecución de la identidad es uno de los ejes más importantes en la actualidad, es cierto que el cine nacional ha protagonizado más casos de decadencia, que de exaltación y éxito.
Tras muchos experimentos, aún no se define una nueva era para la industria cinematográfica nacional actual, que ha a atravesado un proceso de mucha palidez en años recientes.
Lo cierto es que no solamente se tiene que reflejar el éxito de algunos trabajos aislados. Es probable que, por pequeño que sea, los espectadores de la industria hablarán sobre el nuevo contenido de las compañías y casas productoras, mientras que los cinéfilos de verdad pueden ver películas para tener injerencia con el medio.
Roma: una renovación que busca la calidad e identidad
La renovación resulta indispensable. No sólo en áreas o industrias afines a la mercadotecnia, publicidad o medios. En el caso del cine, ante la creciente participación del cine extranjero que hay en México y en el mundo, es fundamental tratar de seguir la misma línea.
Con grandes franquicias cinematográficas como Marvel’s The Avengers, las recientes películas del DC Extended Universe o incluso la saga de Fast & Furious, por mencionar algunos, que tienen a sus contenidos en el catalogo cotidiano del espectador (y consumidor) actual, también se tiene que tomar partido.
Y es que su éxito no es para menos. Por ejemplo, ahora Marvel Studios se ha convertido en una de las productoras de cine más populares y rentables del mercado. El promedio de recaudación por película es cercano a los 875 millones de dólares en taquilla mundial.
Por lo tanto, la filmografía nacional tiene que desarrollar una consigna que resulte favorable para mejorar los ingresos (y los números de la industria). Pese a que Roma retoma elementos comunes, como lo es vida de una familia en la Ciudad de México y su trabajadora doméstica de raíz indígena, se realizó con características propias, individuales y particulares.
Así, tuvieron que pasar cinco años desde que Gravity (2013) arrasara en los festivales y premiaciones más reconocidas del mundo, incluyendo los Oscar. Ahora, Cuarón nuevamente logra generar una transformación y un resultado exitoso, mostrado como una verdadera opción de cambio dentro de su propio trabajo.
Cuando uno está sentado en una butaca de cine, las personas se involucran más en la película que observan. La sala tiene un efecto hipnótico que hace querer observar el contenido de inicio a fin.
Con Roma, se presenta una situación incongruente: hay una película bien elaborada en un servicio de transmisión digital, que busca exportarse a la pantalla grande. Si bien Netflix se encargó de la producción de Roma, es un hecho que debe verse en sala de cine.
¿La razón?
La audiencia es recompensada en diferentes sentidos. En parte, porque adquiere una dimensión que trasciende el entorno casero. Por otro lado, es una película que necesita una inversión de tiempo y atención real por parte del espectador.
Es decir, Roma se compra desde el primer plano. Pese a tener un inicio de más de tres minutos con el mismo plano, en el que se observa “agua de uso” en el suelo, restregando una baldosa, el filme es una metáfora visual donde las emociones y la nostalgia son las claves para desarrollar una historia cotidiana de manera impactante.
Como tal, el hábitat natural de la película está en la gran pantalla, y eso se lo debemos agradecer a Netflix. El aplauso que se ha llevado en múltiples festivales de cine y las funciones agotadas que ha dejado en algunos cines selectos desde el 21 de noviembre lo comprueban.
Roma y el impacto del streaming para la producción de contenidos
Todo indica que Netflix pretende destruir el modelo de negocio de Hollywood. Y por su parte, los grandes estudios intentan ignorar el hecho de que estas nuevas plataformas hacen buen contenido.
Esto fue lo que sucedió con el nuevo filme de Alfonso Cuarón. Ninguna de las casas productoras importantes quiso aceptar su trabajo, por lo que lo llevó a Netflix, donde fue recibido con los brazos abiertos.
Hoy, fecha en la que finalmente se estrena en la plataforma, sus posibilidades de alcance se expanden, junto con su abrumador éxito. La nueva y radical estrategia de promoción y difusión de Netflix es perfecta. El objetivo no recae en la producción de películas que se encuentren dentro de sus posibilidades: la meta es cambiar la trayectoria del cine. En este caso del mexicano.
En parte, para empujar a la película en la conversación, Netflix también aceptó su proyección en la pantalla grande. Ahora, se puede ver en casa desde cualquier medio disponible: Smart TV, computadora portátil, tablet, smartphone, etc. La cobertura es segura.
La plataforma de Los Gatos vive en ese nicho, y al igual que los servicios de transmisión rivales como Amazon Prime Video, con “Un Extraño Enemigo” como punta de lanza —aunque sin duda con menor impacto —, quiere que la emoción y el revuelo alrededor de la cinta en el mercado local generen suscripciones.
Amazon tiene premios de la Academia; Netflix solo tiene a Adam Sandler. Aquí es donde entra en juego Roma. Al respaldar la película de Cuarón, que tiene una gran sensación artística, Netflix está tratando de confirmar que puede desarrollar cierto grado de credibilidad cinematográfica. De cualquier manera, la plataforma gana.
Fuente:Merca 2.0