INVOLUCRADOS

No sólo Emiliano Salinas, también Ana Cristina Fox, era integrante de la secta sexual de Keith Raniere

Ciudad de México.- Siete mexicanos forman parte de la investigación en el juicio que se sigue en Nueva York a Keith Raniere, uno de los fundadores de Nxivm, secta que esclavizaba mujeres, las marcaba con un cautín ardiente y obligaba a tener relaciones sexuales con el acusado.
Una investigación del The New York Times publicada a fines de 2017, reveló que Emiliano Salinas, hijo del expresidente Carlos Salinas de Gortari era quien establecía los vinculos en México de la secta junto con la hija del dueño del periódico Reforma, Rosa Laura Junco.
Ahora otro nombre sale a la luz de otra mexicana que pertenece a la secta: Ana Cristina Fox, hija del expresidente Vicente Fox.
En días pasados la revista Forbes señaló a Cristina Fox, como una de las involucradas en el negocio de Ranieres, que tuvo “promoción de boca en boca”.
Las otras mexicanas involucradas son: Loreta Garza, Daniela Padilla, Camila Fernández y Mónica Durán. Están además Lauren Salzman, quien fue amante del considerado gurú, y las actrices Allison Mack y Nicky Klein. Ellas, al igual que Junco, son señaladas como maestras del primer círculo de la organización Dominant Over Submissive (DOS) creado a fines de 2016.
Nxivm se presentaba ante la sociedad como una organización de autoayuda que ofrecía talleres que prometían la realización personal, sin embargo, las investigaciones de la fiscalía de los Estados Unidos que lleva el caso estableció cómo operaba en verdad esta secta.
Dentro de la organización había dos niveles al servicio de Keith Raniere: el de las esclavas principales, a quienes marcaban cerca de la pelvis con las iniciales K y R, a quienes llamaban Raniere Master, y el de las esclavas de las esclavas, que llamaban Grandmaster.
Lauren Salzman, hija de Nancy Salzman, cofundadora de Nxivm y una de las amantes de mayor antigüedad de Keith Raniere testificó ante la Corte Federal del Distrito Este en Brooklyn que seguido ella y las otras seis integrantes de DOS -incluyendo las cuatro mexicanas- se desnudaban y posaban juntas frente a una cámara, se les fotografiaba (tenía que vérseles el tatuaje cerca de la pelvis) y las imágenes eran enviadas a Raniere.
Una de las esclavas del primer círculo, la mexicana Daniela Padilla, compró por internet una celda inmovilizadora colgante, un collar de choques eléctricos a control remoto para perros, unas ataduras de pared para suspenderse de las muñecas, un grillete para el tobillo y un dilatador anal que es adaptado con una cola de perro, que puede emitir también descargas eléctricas a control remoto. Así lo testificó un testigo en la corte Sean Welch, encargado del área de Tecnología de XR (Extreme Restraint LLC) empresa que vende a través de Internet juguetes sexuales sadomasoquistas.
Las mujeres eran controladas -y obligadas- a través de secretos personales que tenían que confesar como “garantía” para unirse a la “hermandad de Raniere”.