Por Pedro Canché
En política «la forma es fondo», decía el veracruzano Jesús Reyes Heroles, el último ideólogo de la política y el Estado mexicanos. Y así ha sido y será, porque Reyes Heroles no describió a los políticos priistas ni esbozó un esquema político particular, sino uno general pero con énfasis en la idiosincracia del político mexicano, que es casi igual y lo mismo sin importar el partido, las siglas y los colores, los emblemas y los postulados partidistas.
Matices más o menos, la clase política es una y la misma: tan malos son los pintos como los colorados, los rojos que tienden a rosa desteñido o los verdes que parecen -y son como- tricolores, los morenos primorosos o los azules y blancos que actúan como tricolores. Es decir, como sea la forma, implica el fondo.
Viene a colación el tema con el reciente nombramiento, otra apuesta equivocada de Carlos Joaquín, de Arturo Contreras Castillo como «encargado del despacho» de la Secretaría de Gobierno.
De Jesús Martínez Ross, el histórico, el pionero, el fundador de la clase política quintanarroense, a Felix González Canto, todos los gobernadores privilegiaron los equilibrios políticos y administrativos. Gobernador del sur, gabinete mayoritario del norte y centro, con énfasis en el secretario de Gobierno; gobernador del norte, secretario de Gobierno y gabinete mayoritario centro-sur. Y todos contentos. Reglas no escritas que dieron resultado siempre, hasta que RBA se engolosinó, por incompetente y soberbio, y perdio toda dimensión de forma y fondo.
Cambió la clase política cuando el priista Carlos Joaquín ganó la gubernatura con las siglas del PAN y PRD? Caray, que se lo cuenten al mono del zoo: llegaron otros grupos, pero de la misma clase política quintanarroense. Otras cucharadas del mismo caldo.
CJ ganó con los votos del sur. Encabronados, ninguneados, ofendidos por Beto Borge, un gran segmento de los políticos del sur de Quintana Roo se lanzó a mostrar su fuerza -el músculo, dice el lugar común de los reporteros de casa- y le dieron el triunfo a CJ. Todos lo saben.
Y qué hizo CJ? Lo mismo que BB: los ninguneó, los ofendió, los apachurró. Hizo un gabinete de norteños de QRoo y foráneos. Forasteros. Empezando por el secretario de Gobierno. Tan desdibujado, inoperante, que a lo más que puede llegar a medio sexenio es a ser impuesto, y con calzador, como rector de la Uqroo.
Tras los votos con que el sur de Qroo lo hizo gobernador, CJ ha sufrido par de estrepitosas derrotas, gracias a su gabinete foráneo.
Y su apuesta nuevamente es equivocada. Cambia un secterario de Gobierno limitado por otro que tampoco le genera rentabilidad política, que no representa nada, tras muchos años de autoexclusión y lejanía.
Nativo de Chetumal, Contreras Castillo es un extraño en la clase política chetumaleña, del sur del estado. Tras sus asuntos legales, simplemente dejó de estar en el ambiente político, en la cosa pública. Nadie lo asume en el sur ni el centro ni en el norte como un activo político. Es carga. Mala lectura de CJ. Inexacta.
CJ requiere, dicen todos, relanzar su gobierno, asentarse, dar color. Ya está prácticamente a la mitad y el joaquinismo no pinta ni da color, no se ve. Y la apuesta es equivocada. Opta por un encargado del despacho de la Secretaría de Gobierno que tendría que sumarle y no restarle, multiplicarle y no dividirle. Y los «atributos» del nombrado son de resta y división, y a lo sumo inocuo.
Quién asesora a CJ? A quién escucha? No importa a quién. El responsable es él. Los éxitos son suyos. Los errores también.
La reversa también es cambio, dicen los entendidos de la política…sí, para ir hacia atrás. Para allá va…